lunes, abril 21, 2014

Insomne.

Desperté de madrugada, descubrí que hacía frío porque toda la sábana estaba de su lado, su cuerpo se antojaba tibio, descansando sin saber que me había dejado sin protección para esta noche helada. Una noche negra que se asomaba por las ventanas mientras unas gotas de lluvia golpeaban los cristales, sentí el piso frío sobre mis pies al buscar mis sandalias, el invierno no respetaba la duela de madera, caminé a ciegas por el pasillo hasta encontrarme con el interruptor del baño, la penumbra sucumbió ante la luz que irradió de una bombilla.

Un hombre de piel morena, barba rala, ojeras y cabello negro sin peinar me regresó la mirada a través del espejo. Abrí el grifo e hice un cuenco con mis manos para lavarme y despejarme el rostro, regresé a la habitación, pude ver sus cabellos encendidos y alborotados sobre la almohada, su piel blanca cubierta por esa manta cálida, los ojos cerrados tranquilamente y su cuerpo encogido en forma fetal, protegiendo el calor corporal que emanaba de sus entrañas, me acerqué a la cama, quise besar sus mejillas pero el temor a despertarla me detuvo de mi intento de mostrarle afecto, en su mesita de noche estaba una vieja edición Madame Bovary de Flaubert y encima de ésta reposaban sus escandalosos lentes de pasta en color rojo.

Me encanta que lea, me fascina, a pesar de usar esos lentes de pasta tan horrorosos, ella se ve hermosa cuando los trae puestos y arruga el ceño para concentrarse en la lectura, a veces tuerce los labios o abre mucho sus inmensos ojos, Lila es de las que sonríen cuando leen algo divertido, también la he cachado haciendo pucheros o con el pulgar jugándose los dientes mientras veo sus ojos recorrer la página de un lado a otro, ella disfruta leer y yo disfruto verla. Ahorita duerme plácidamente, su respiración es tan suave, verla dormir así me ha devuelto las ganas de volver a la cama, y eso mismo hago.

No, no puedo, es un crimen para mi insomnio tener semejante cuerpo a mi lado y no aprovecharlo, a su vez, mi conciencia me taladra la cabeza , una lucha incesante acontece en mi interior hasta que finalmente pongo fin a este sufrimiento.
Llevo mis manos por debajo de las sábanas y comienzo a jugar con el borde de sus panties, hago círculos sobre su ombligo y subo mis dedos hasta trazar un camino entre sus pechos, en ese momento su cuerpo reacciona moviéndose suavemente boca arriba, mientras en sus labios comienza a dibujarse una sonrisa...  

jueves, febrero 06, 2014

Gracias por no ser un abuelito Cliché



No, no era de esos abuelitos cliché que uso tanto en comerciales, nada de barbas blancas, cabello escaso ni mirada bondadosa. NADA. No era un abuelito como esas películas. Afortunadamente no. 

Mi abuelo tenía la piel quemada, por los 32 años de trabajo bajo el sol en la perforación de pozos petroleros, su cabello era abundante y de un color tan oscuro que no parecía que tuviera las 8 décadas con las que emprendió este viaje sin regreso, su rostro, surcado por líneas de expresión imperceptibles, como si nunca hubiese tenido sentimiento alguno, pero sí los tenía; los tenía todos. Miraba como alguien que lo ha visto todo, pero al mismo tiempo, como alguien ha dejado pasar tantas cosas sin detenerse a verlas.  

No había cuentos fantasiosos, nunca, eso fue sustituido por historias como salidas de películas de los hermanos Almada. No había peluches de regalo,  había pistolas y metralletas de plástico.

Mi abuelito no hablaba con hueva, como esos abuelos de la tele que dicen "mijo, hijo mío, corazón". Nada de esas ñoñadas, por el contrario, nosotros escuchamos su gusto por el español y su folclórica forma de mentar madres; "pinches", "hijos de la chingada", "cabrones", "putos", las cosas se convirtieron en "madres" o "chingaderas", y todos reíamos cuando las decía. 
Eso si, nosotros siempre éramos Sus Muchachitos, salvo cuando no encontrábamos las herramientas que nos mandaba a buscar.  

En lo particular, tuve la fortuna de ser "comandante"; un juego derivado de su deseo de poseer un nieto en la Policía Federal de Caminos(ninguno de nosotros quiso), ¿mi misión? Ayudarlo a combatir la corrupción en el País, cada que lo veía, le hacía a MI COMANDANTE el saludo oficial; una mano a la frente para mostrar respeto, ese saludo que durante más de 20 años seguí haciéndolo hasta el día que le di el último adiós. 

¿Su bebida favorita? Qué va a ser, recuerdo las veces que me mandó por las caguamas cuando era un chamaco, la recompensa; el cambio sobrante para comprar sabritas o chicles. 

Una persona con tantas ideas, con tantas soluciones. Él encontraba cómo arreglarlo, siempre, necio y guerrero, me consta y nos consta a todos lo que lo conocimos. Un guerrero de la vida. 

Podría escribir bastantes palabras, que ya se las sabe. Podría contar anécdotas, pero esas me las quedo. Podría decir, tantas cosas, pero ya se las dije, todo en vida lo disfruté y sobre todo, aprendí. Hace 7 días que se le acabó la pila y hoy, quiero decirle solo una cosa hasta donde esté:
Gracias por no ser un abuelito cliché.

Ya nos volveremos a ver un día.  

miércoles, enero 22, 2014

¿Por qué escribo?



No hay nada chido que escribir, solo dejar que las cosas vayan saliendo de la cabeza y se vayan  plasmando en un procesador de textos cualquiera, lo importante es vaciar todo aquello que viene dentro y que se aglutina en los dedos esperando ser golpeado en las teclas para dar vida a eso que nosotros llamamos, historias.

Una hoja en blanco es el marco perfecto para seguir viviendo a través de las letras. Porque aunque uno no se de cuenta, cada historia, cada personaje lleva algo de nosotros y cada vez que escribimos, dejamos ir un trozo de nuestras ideas, de nuestro espíritu, de nuestra vida.

Por eso me gusta escribir, porque uno puede alcanzar la inmortalidad mientras otros disfrutan, lloran, se emocionan, pero sobretodo, mientras viven nuestras historias.

domingo, noviembre 10, 2013

Lecciones infantiles I. Marcas y la felicidad.

Cuando somos niños y nos preguntan qué queremos ser de grandes nos encontramos con algunas respuestas variadas: 
Bombero
Policía
Astronauta
Bailarina de ballet
Futbolista
Cantante
Nadie dice feliz. Nadie dice, "de grande quiero ser feliz". Me acuerdo de esto, porque en su momento lo platicaba con personas más chingonas que yo. <<"Es una joda que desde pequeños nadie diga que quiere ser feliz">> Nos quebramos la cabeza tanto con esa conclusión hasta que Hoy descubrí algo interesante; Los niños no piden ser felices porque ya lo son, y creen que lo seguirán siendo de grandes. Así de sencillo. 


Cuando crecemos, nos vemos rodeados de una enorme cantidad de modismos sociales; "esto está bien y esto esta mal" "esto se ve bien, esto es de mal gusto", y aunque no lo parezca, nos afecta en gran medida pero, ¿Por qué estoy hablando de esto? Simple, hoy me pasó algo que me hizo cambiar de parecer. 

¿Cuántos niños y bebés no vemos por la calle que usan playeras Lacoste, Polo, Tommy? ¿Cuántos de nosotros no íbamos a reuniones vanagloriándonos de eso(me incluyo, así fui, lo siento)en nuestros hijos? La respuesta ya se la saben y adivinan el porqué. Queremos quedar bien con la gente, la sociedad que nos rodea. Y estamos muy mal, porque con quienes debemos quedar bien es con nuestros propios hijos. Créame. 

Mi hijo se veía hermoso, al menos yo creía, cada vez que le compraba sus tenis Nike o Adidas, como papá, me sentía orgulloso cada vez que lo hacía. Sin embargo, nunca me detuve a pensar, qué rayos quería él, si le gustaban o no, sí, él los escogía, pero porque yo nunca le daba opción; íbamos a Martí, Nike Store y vale, de ahí el que te guste. Eso no es dar opción, eso era darle una tendencia a que mal aprendiera lo que yo hacía. No es así, nunca recuerdo que mis papás hicieran lo mismo conmigo. 

Por eso, el día de hoy estaba decido a comprarle unos tenis nuevos(ya le hacían falta, no crean que voy al baño a hacer dinero). Íbamos como siempre rumbo a una de mis tradicionales tiendas cuando me detuve en una zapatería a ver unos mocasines. Me llevé una sorpresa, no me imaginaba que aprendería tanto en ese momento. Nos detuvimos a examinar unos zapatos y él caminó hacía los tenis, los vio y me dijo: "Mira pa, esos están bien chidos" Cuando los vi, me sacó de onda la escena; tenis negros con franjas verdes fosforescentes y suela blanca, "¿Esos?" dije esperanzado en que fuera una broma (tiene 6 años no hace bromas de ese tipo, que güey soy lo sé), me sacó de onda pero yo no soy el más indicado para criticar si tengo unos naranja con amarillo y naranja con negro para jugar al fut.  So, dejé que se los probara, no eran lo que acostumbro a escogerle ni de forma ni de esa marca, pero él estaba feliz, y ahí entendí que la felicidad no radica en las marcas que llevas puestas; los niños felices les vale un pepino, mientras ellos estén cómodos y se sientan a gusto para jugar lo demás es taaaaaaan irrelevante, créanme, se los juro. 

Por eso hoy tuve una lección como padre, pero sobre todo como persona, mi pequeño campeón me enseñó; que la felicidad es lo más importante que puedas presumir a la gente, y hoy creo en eso.