Un hombre de piel morena, barba rala, ojeras y cabello negro sin peinar me regresó la mirada a través del espejo. Abrí el grifo e hice un cuenco con mis manos para lavarme y despejarme el rostro, regresé a la habitación, pude ver sus cabellos encendidos y alborotados sobre la almohada, su piel blanca cubierta por esa manta cálida, los ojos cerrados tranquilamente y su cuerpo encogido en forma fetal, protegiendo el calor corporal que emanaba de sus entrañas, me acerqué a la cama, quise besar sus mejillas pero el temor a despertarla me detuvo de mi intento de mostrarle afecto, en su mesita de noche estaba una vieja edición Madame Bovary de Flaubert y encima de ésta reposaban sus escandalosos lentes de pasta en color rojo.
Me encanta que lea, me fascina, a pesar de usar esos lentes de pasta tan horrorosos, ella se ve hermosa cuando los trae puestos y arruga el ceño para concentrarse en la lectura, a veces tuerce los labios o abre mucho sus inmensos ojos, Lila es de las que sonríen cuando leen algo divertido, también la he cachado haciendo pucheros o con el pulgar jugándose los dientes mientras veo sus ojos recorrer la página de un lado a otro, ella disfruta leer y yo disfruto verla. Ahorita duerme plácidamente, su respiración es tan suave, verla dormir así me ha devuelto las ganas de volver a la cama, y eso mismo hago.
No, no puedo, es un crimen para mi insomnio tener semejante cuerpo a mi lado y no aprovecharlo, a su vez, mi conciencia me taladra la cabeza
Llevo mis manos por debajo de las sábanas y comienzo a jugar con el borde de sus panties, hago círculos sobre su ombligo y subo mis dedos hasta trazar un camino entre sus pechos, en ese momento su cuerpo reacciona moviéndose suavemente boca arriba, mientras en sus labios comienza a dibujarse una sonrisa...